พบกันที่เมืองไทย - Encontrarse en Tailandia

En el principio, cuando todos los continentes eran uno solo lo que ahora es Tailandia, Brasil y Colombia eran lo mismo, allí nacieron juntos el río Mekong, el Amazonas, el Atrato y El Tolo, después se separaron. Por eso somos casi lo mismo, pero diferentes, la razón no es de espacio, sino de tiempo.

Entonces ustedes me van a decir que no, que en la Pangea no había eso de divisiones en países y que los ríos se formaron cientos de millones de años después. Pero como este es mi blog y soy como una gran y poderosa diosa que decide lo que es verdad o no en este lugar aquí, por las razones que ya les voy a contar, Tailandia, Brasil y Colombia son la misma cosa...o casi.

Muy bien, empecemos por el contexto, porque ustedes deben estar pensando "¿cómo así? si aquí estábamos en lo de los privilegios y luego que las galletas de limón y los migrantes en Necoclí ¿a qué hora terminamos en Tailandia?"

Me da un poco de pereza explicarles por qué un día yo estaba lo más tranquila intentando sobrevivir al final del año, con todo lo que eso implica, y de repente tenía que hacer maleta para irme por dos semanas a Chiang Mai en Tailandia, con escala de una semana en Lima, Perú, para conseguir la visa. Así que nos vamos a saltar algunos días de angustia, indecisión y caos, directo para unos tranquilos días en Lima, donde yo estaba yendo y viviendo por el malecón en bicicleta o corriendo, esperando que la embajada de Tailandia me devolviera mi pasaporte con visa incluida.


Malecón de Lima, Perú

Pocos días después ya estaba yo rumbo a Tailandia en un vuelo de 13 horas hasta Amsterdam, una espera de cinco horas en una sala calientica en medio de un frío invierno en los Países Bajos, otras 12 horas en avión hasta Bangkok, unas tres horas perdida en su inmenso y bonito aeropuerto y otra hora y media de vuelo por fin hasta Chiang Mai. 

Nunca había volado tanto en mi vida, pero es verdad que Tailandia está al otro lado del mundo, son 12 horas de diferencia: cuando aquí dan las 12 del día allá las 12 de la noche. Así que muy cansada, con todo el horario alterado, sin planearlo y mágicamente estaba en Asia. En la parte tropical de Asia y eso hace toda la diferencia.

Después de casi 35 horas de vuelos y salas de espera, Chiang Mai me recibe con un calorcito fabuloso, mientras en Amsterdam hacían -5 grados Celsius y a las 8 am aún estaba el día gris, en Tailandia, como en Necoclí, estábamos a casi 30 grados en el día y unos 21 en la noche. Palmeras, árboles de mango, plátano, aguacate, jaca, árbol del pan, yarumos se veían por todas partes, así como carros antiguos, desorden un poco de basura y todo tipo de casas al lado de otro poco de mercados y tiendas. ¡Espera un momento, pero si fueron 35 horas de viaje atravesando medio mundo y Tailandia luce como el Caribe Colombiano¡ ¡Qué gran sorpresa! A veces cuando miraba por la ventana me olvidaba que estaba en Asia, solo un enorme y gordo Buda me lo recordaba. cada cierto tiempo.

Buda en el Wat Doi Suthep Temple

La conexión del trópico que tenemos con Indochina y ese "algo mágico" que compartimos se siente en las personas de Thailandia, pero también de Laos, Cambodia, de Vietman, de cierta forma son como nosotros/as: cariñosos, abrazadores, rumberos, musicales, un poco desordenados, revolucionarios, alegres. Claro que tenemos diferencias. En Chiang Mai hay un montón de templos budistas con estructuras enormes y figuras sorprendentes, pues la mayoría es budista, se habla Thai, se come un poco diferente a pesar de tener los mismos ingredientes, se es un poco más místico.

Wat Rong Khun - The White Temple


Pero hay algo, no sé como explicarlo bien, algo que me hizo sentirme mucho más cercana a la gente Thai que a los demás con los que compartí en ese tiempo que eran de diversos países y continentes. Por supuesto, cuando digo "nosotros/as" incluyo en el mismo paquete Colombia-Brasil, porque 30 segundos después de conocernos con las compañeras brasileras ya éramos lo mismo, todas mescladas abrazadas y llenas de amores. Así que nosotras Brasil/Colombia nos encontramos rápidamente con Tailandia (con Laos y Vietnam) y fue como descubrir, no sé bien por qué o cómo, que estábamos hechas de lo mismo. 

La sensación era como si fuéramos una gran gran familia, como si en algún momento en el pasado hubiéramos sido lo mismo, una familia que un día se separó y unos que quedaron allá cerca a la China y otros aquí en Colombia y Brasil, y cuando nos encontramos a pesar de hablar portugués, español y thai, de tener los ojos un poco más grandes o más pequeños, de mover más la cintura o las manos y de aguantar más o menos picante... somos familia, fuimos lo mismo, de cierta manera lo seguimos siendo, y rencontrarse con los que son parte de uno, es como encontrarse con uno mismo y es siempre maravilloso.







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