La copa del mundo y yo...en Brasil

Nunca fui fan del futbol, no digo que en ninguna de sus expresiones porque me gusta jugarlo y me parece un deporte interesante, pero siempre he cuestionado todo ese mundo de locura que gira a su alrededor. Por eso no puedo dejar de hablar sobre la copa del mundo estando en Brasil, lo cual es una completa locura.

Unas semanas antes de iniciar el mundial todo cambió en esta isla, aparecieron banderas verde amarillas por todas partes, en las cafeterías, bibliotecas y tiendas brotaron enormes televisores plasma, todas las conversaciones fueron dirigidas a temas futboleros y los atuendos habituales de las personas de la universidad empezaron a combinarse con el amarillo llamativo de la camiseta de la selección. Cuando se inauguró la copa entendí que esto era otro mundo. Todo se detiene cuando juega Brasil: se suspenden las clases, se cierran los bancos, oficinas y las tiendas. En general todo para, pero no solo por los noventa minutos reglamentarios del juego, sino que después del partido la gente se dedica a la fiesta, a la celebración y claro a la cerveza. Ruedan las apuestas, los debates, las críticas, se exigen más goles, todos quieren un "jogo bonito" todo absolutamente todo gira alrededor del futbol.

Para mi es algo totalmente extraño y en realidad ni me va ni me viene, inclusive si Colombia estuviera en el mundial seria casi lo mismo, con la diferencia que Laura "La colombiana" seria objeto de comentarios y provocaciones como ya los son los uruguayos, argentinos o chilenos que merodean por la universidad.

No me mal interpreten yo soy una gran amante del deporte, de hecho soy resultado suyo, mejor dicho yo soy casi deporte en el sentido más amplio de la palabra. Nací gracias a él porque mis padres se conocieron estudiando educación física en la Universidad Pedagógica Nacional. Crecí y estudié en y por el deporte, imaginarán que como buena hija de dos profesores de educación física, pasé mi infancia en clase de todos los deportes habidos y por haber y como hija de un entrenador de ciclismo y triatlón entrené natación, ciclo montañismo y atletismo. Como hija de una entrenadora de voleibol aprendí el pase de dedos y antebrazos desde chiquitina y jugué en cuanto equipo se me aparecía en el colegio, en la el pueblo y en la Universidad.

Además el deporte me ha enseñado muchas de las cosas que más valoro. Jugando voleibol aprendí a trabajar en equipo, intentando dar lo mejor de mí y aprovechando lo mejor de los otros para sacar adelante un objetivo común y entendí también ahí, que los mejores triunfos se consiguen en el trabajo colectivo. El atletismo y la natación me enseñaron a conocer mis límites y mis cualidades, a ponerme retos y a entrenar y trabajar para cumplirlos, pero me enseñaron más que nada, una gran disciplina que aplico a diario en mi vida. Todos los otros deportes me demostraron que la vida es un juego, que se trata de divertirse y de hacer las cosas como jugando. Me enseñaron a perder claro, pero a perder con la cabeza en alto, dando siempre lo mejor de mí y valorando al que me gana que también lo da todo, pero es mejor que yo y eso es grandioso, saber que siempre es posible hacerlo mejor y que hay otros que son grandes ¡eso realmente es fantástico! Así es la vida, un gran juego deportivo.

Por encima de todo el deporte es mi guía, mi terapia, mi parcero, mi válvula de escape, hace parte de mi tanto como yo hago parte de él. Cuando llego a un lugar nuevo lo primero que hago es salir a “correr las calles” como diría mi papá, es decir salgo a correr por ahí, para conocer y así voy apropiándome de los lugares, solo siento mía una ciudad nueva cuando la he corrido. Por supuesto ya corrí unas cuantas calles de Floripa y me enamoré perdidamente de la "Baía Sul" que es el mejor lugar para el “jogging” por el sector en el que vivo ahora, no solo porque está al lado del mar y está llena de pájaros escandalosos de todos los colores, sino porque de tanto correrla y sudarla la siento como el único lugar realmente mío en esta isla.

Correr y nadar son la terapia semanal contra la sobredosis de academia y contra las saudades de “mi pueblo y de mi gente” como diría Mercedez Sosa. Entrenando un poco la mente se me aclara, no es que mientras corro o nado las ideas se organicen o haga los grandes algoritmos, teorías o paradigmas, todo lo contrario, mientras doy un paso seguido de otro o voy recorriendo los 25 metros de la piscina, simplemente dejo de pensar, me libero de todo y solo SOY.

Hechas las aclaraciones entonces puedo explicar que no es el futbol en sí lo que me pasa inadvertido, sino es más bien todo ese boom construido sobre él lo que me parece completa y absolutamente ajeno. Pido disculpas entonces a unos cuantos amigos que aman el futbol y añorarían estar aquí mientras Brasil pasa a octavos de final en la Copa del Mundo, porque para mí en realidad, la copa no tiene casi ninguna relevancia.

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