Uno más para la cuenta

Aniversário na Praia da Joaquina

Pues bueno, ya me llego otro año más. Ya no se decir si el tiempo pasa rápido o lento, lo cierto es que pasa. Ya no soy la misma Laura de hace tiempo atrás. Aunque en esencia sigo siendo la misma. Sin embargo deje de ser la bebe de grandes cachetes que le lanzaba los brazos a cualquier desconocido de gran tamaño que pasaba por la calle. Ni la chiquitina que le gustaba bailar el himno nacional frente al televisor, que encogía los pies para no pisar el pasto, que para dormirse necesitaba “consentirse” la cara con la oreja de la Pilina (perrito de peluche) y que era tan pero tan tímida que no podía pedir ni un dulce en la tienda porque le daba “pena”. 

Ya no soy más la terca y malhumorada chicuela que se ponía de mal genio, cerraba los puños de las manos y temblaba, por cualquier cosa. También deje de ser la “campeona mundial de hacer tareas”, que podía pasar la noche sin dormir por rehacer un cuaderno completo, para que quedara más bonito. Afortunadamente tampoco soy más la adolecente “todo lo sabe” que andaba demostrándole a los otros lo “inteligente” y “culta” que “era”. También deje de ser la “súper” como me decían en el colegio, que todo lo puede y todo lo controla. Deje de ser la juiciosa y consagrada voleibolista que no se tomaba ni una cerveza para llegar “enterita” a cada entrenamiento y cada partido. Ni tampoco soy más la rumbera loca que no perdía fin de semana de fiesta, ni desperdiciaba una gota de aguardiente de la botella. Y tampoco soy más la socióloga “rural” que creía que la sociología tenía las respuestas para los problemas de la gente.

Afortunadamente sigo siendo la misma pequeñuela que le gusta ver las cosas desde arriba, que le encanta nadar y estar entre el agua, que en medio de la celebración de un partido de voleibol grita “el pueblo unido jamás será vencido” y que puede pasar tardes enteras, sentada en un rincón escuchando música. Soy aún la estudiante atenta que adora leer y aprehender cosas nuevas, que cuando le gusta algún tema se encarreta tanto que puede pasar horas, días y meses sumergida en él completamente. Sigo siendo la niñita curiosa que se sorprende con las pequeñas cosas de la vida (aunque para ser sincera ahora creo que soy cada vez más esa niña). 

Continúo siendo la adolecente romántica, que se sube a los techos a leer poesía nadaista y que escucha con atención a los mayores. Soy también la estudiante de colegio que ayuda con paciencia a los compañeros que nadie quiere ayudar y la deportista disciplinada, que madruga a entrenar y nunca llega tarde a un partido. Aun soy de las que no se va de la fiesta hasta que no se termine y aún cuando se me pega la aguja empiezo a pedir aguardiente hasta que amanezca. Sigo siendo, por supuesto, la socióloga romántica de siempre, que cree que es posible construir un otro mundo en el que quepan muchos mundos, uno más digno, más justo, más humano.

Soy en esencia lo que siempre he sido, pero ahora con 28. Debo aceptar que me gusta más ese número que 27, tal vez porque veintiocho es más sonoro. A decir verdad siempre me gusto el 8, fue mi número en la camiseta del equipo de voleibol de la universidad, siento que él “mexe conmigo” ¡que chévere! En realidad es bueno cumplir años. Es como empezar un ciclo nuevo, o tal vez cerrar uno viejo. Por lo menos es una buena excusa para detenerse a pensar(me), recordar(me), dar(me) sentido. Y de tener presente y agradecer muy profundamente a la gente que se ha cruzado por mí camino todos estos años, porque sin duda he dejado de ser lo que era y aun soy lo que soy gracias a ellos y a ellas. Así que mi gente linda gracias por traerme a este mundo, por criticarme, apoyarme, regañarme, acompañarme, quererme, tenerme paciencia, enseñarme, escucharme, aconsejarme, sonreírme, divertirme, cargarme, protegerme, patrocinarme, consolarme y en resumidas cuentas ayudarme a crecer y a ser quien soy. Se les quiere. ¡Feliz Aniversário!