Por estos días hace ya 14 años

Mi inconsciente suele ser mucho más consciente que yo. A mi se me olvidan algunas cosas, me pasan desapercibidas otras tantas, pero mi inconsciente siempre guarda, observa, recuerda y en días como hoy me habla tan fuerte que no puedo ignorarlo. Todo empezó exactamente hace un mes mientras dormía en mi cómoda hamaca, en una calurosa noche de navidad. Estaba en la casa del llano, en Fuente De Oro, donde viven (por ahora) mis abuelos. Siempre he tenido un sueño ligero y suelo despertarme casi con cualquier sonido. Pero no fueron la ranas ni los grillos, sino mi abuelo hablando dormido, el que me sacó de mi plácido sueño. La mayoría de las cosas que decía eran inentendibles, pero una palabra era clarisima: Miller, Miller.

Estaba soñando con su hijo menor, con mi tío Miller. Desperté sonriendo, me pareció bellísimo que soñara con él. Que Miller lo visitara en sueños. Que su recuerdo aún deambulara por ahí, aunque fuera en un mundo onírico.

Algunos días después, el 6 de enero, mientras dormía en un cuarto de hotel en la ciudad de Chiclayo en Perú, fue mi turno. Como hacía ya más de 10 años no me pasaba, soné con él. Estábamos en una fiesta, una reunión familiar de final de año, toda la familia deambulaba de aquí para allá, servian comida, cantaban, jugaban cartas, bailaban y así como de la nada él llegaba. Venía de un viaje largo, cansado pero sonriente como siempre, con esa sonrisa reluciente, con sus dientes blancos. El pelo ya se le estaba cayendo. Saludaba a todos como si fuera normal. Yo me sorprendí. Yo era la única sorprendida. Se acercó y saludo a mi papá, eran tan parecidos como siempre. Desde lejos me quede mirándolo, estaba bien, alegre y tranquilo.

Desperté sorprendida. Desde hace unos años atrás me haia convencido que había olvidado su cara. Estaba equivocada. Aún me acordaba bien. Mi inconsciente había guardado cada detalle. Que maravilla!.

Y bueno finalmente ayer de madrugada y hoy también temprano desperté pensando en él. Y después de dar vueltas y vueltas a la información guardada secretamente en mi cabeza, finalmente entendí. Entre ayer o hoy hace 14 años, Miller murió, allá en Madrid, a sus 31 años. Hace varios años ya, hay muchas cosas que no recuerdo de él y otras que están intactas conmigo. Me acuerdo que me encantaba su tono de voz, era tan calma, tan alegre y suave a la vez. Me acuerdo bien de su boca y su sonrisa sincera, de un cierto gesto que hacia con los labios cuando hablaba. Me parece estarlo viendo nadando mariposa sin sacar una gota de agua en cada brazada. Me acuerdo de su ternura infinita y su manera simple de explicar las cosas más difíciles.

Yo tengo ahora 28 años, pocos menos de los que él tenía hace 14 años. Era realmente joven, pero yo que era una chicuela en esa época, lo veía grande, mayor, serio, con la vida clara. Me sonrío imaginando las buenas conversas que tendríamos ahora, de las carcajadas que compatiríamos. Y es que la vida es tan bella y tan simple que ahora que me veo y que lo veo a él, me doy cuenta que seguimos siendo muy parecidos, que seguimos compartiendo el gusto por el deporte, por la música, por el cine. Y que aunque yo no me de cuenta, él sigue aqui conmigo, menos mal mi inconsciente está atento y me habla fuerte.

Besos grandes Miller, donde quiera que andes.