DE SER EXTRANJERA Y OTROS DEMONIOS


No hay promesa de una tierra esperándome
no hay promesa de un lugar que sea para mi
soy un hijo de la noche y de la intemperie
solo se que ahora que vengo no soy de aquí
no, yo no soy de aquí no
ni quiero ser de aquí...”
(Me quiero perder - 1280 Almas)

Tal vez las Almas pensaban en otra cosa cuando escribieron la canción, pero ahora encajan perfectamente en esta sensación que tengo de ser extranjera aún en “mi lugar”. Cualquiera que haya pasado algún tiempo “fuera” en otra ciudad, en otra región, en otro país, o en otra sintonía, habrá sentido una sensación parecida, de sentir que ya no existe un único lugar para ser o una tierra prometida a la cual regresar.

Floripa y este año y cuatro meses de ser extranjera me han mostrado algo que ya venia sintiendo hace algunos años atrás y es que esta condición de ser de “otro” lugar ya hace parte de mi, aún cuando estoy en lo que creía que era “mi lugar”. O como bellamente lo describen las Almas “ya se que no hay una tierra esperándome, ni un lugar que sea para mi”. Pero no me tomen a mal, no quiero decir con eso que dejé de sentirme Bogotana o colombiana, o de sentir algún lugar como propio, más bien es que empecé a sentir que soy un poco de todas partes y ya no puedo estar o ser totalmente de un sólo lugar.

San Andrés ya me había demostrado que esos 40 kilómetros cuadrados rodeados de siete colores de mar, iban a hacerme un hueco que sólo podía llenarse caminando por sus playas, escuchando su creole, nadando en sus aguas, bailando en sus bares y especialmente, pasando el tiempo con esas personas bellas que nacieron y llevan a San Andrés en su sangre y en sus sonrisas.

Deambular durante varios años por diferentes ciudades y pueblos colombianos también habían afianzado esa sensación, pues me sentí tan en casa en tantas casas “ajenas”, tan de la familia en hogares que acababa de conocer y tan identificada con las calles, con los paisajes, con los sabores y con las esencias de los lugares, que siempre pensé que podía haber sido de allí y empecé a sentir en la distancia, que me hacían falta, como me faltaba mi propia familia, o mi casa, o mi hogar.

Este tiempo en Floripa simplemente afianzó mi extranjerismo. Soy extranjera como lo son tantos otros en la isla, y es que ser extranjero en Floripa es más o menos común, pues esta bella ciudad esta llena de “forasteros”: Argentinos, Alemanes, portugueses, franceses, colombianos y personas de tantas otras nacionalidades andan sueltos por todas partes. Yo nunca he estado en New York, ni en Paris, y por lo tanto para mi Floripa es el lugar más lleno de extranjeros que conozco y no lo digo solo en relación a los de otros países, sino también a los de otras regiones de Brasil, hay extranjeros de Minas, de Mato Grosso, de Rio Grande, de Sampa y de tantas otras regiones de este país, por toda la isla.

Soy extranjera en Brasil, no puedo disimularlo por más de unos cuantos minutos. Todos saben que soy extranjera por cómo hablo, por como bailo, por como camino, por como me visto, por como soy. Pero ahora que “vuelvo” a este “mi país”, pues ya no lo siento más como mi lugar, o mi único hogar. Ando por aqui como sintiendo que Bogotá me es un poco extraña y que la gente -que sigue siendo mi gente- ha cambiado, y que yo también he cambiado. Voy andando con la sensación que todos andan en su vida, con sus cosas y yo, de cierta manera, ya no hago parte de esas vidas, ni de esta ciudad, ni de este ritmo. Tal vez porque una parte de Floripa y de su portugués y de sus playas y de los ojos verdes y azules de sus habitantes y del “alto-Astral” de las personas que he conocido entre sus soleados días, me dejan un hueco profundo que cuando estoy aquí entre las tardes bogotanas se siente vacío, así como se siente el que me deja Bogotá cuando ando por Floripa, o el que me deja San Andrés cuando estoy lejos. 

Tal vez de eso se trata ser extranjera, de no sentirse de ningún lugar y de sentirse de todos un poco, de andar espalhando o coração por el camino recorrido y de cargar un poco de cada lugar en la lejanía. ¿Cómo vivir siendo extranjera sin morir de saudades? Pues creo que deambulando, andando, recorriendo de nuevo los caminos recorridos, haciendo que los lugares y las personas vayan con uno y que una parte de uno se quede regada por el camino, y como sabiamente Drexler dice “...hay gente que es de un lugar, no es mi caso, yo estoy aquí, de paso”.


Comentários

  1. Leía todo el post buscando por la frase de Drexler “...hay gente que es de un lugar, no es mi caso, yo estoy aquí, de paso”... y si estaba en el fin! Creo que algunas personas pueden decir que no son de uno solo lugar, pero nadie puede decir que no es de nadie! Por eso no es raro que tengamos mas <> de las personas que de los pueblos, calles, ciudades. Pero extrañar a todo es parte de querer a todo mucho. C'est la vie...
    Lindo post, beijinhos e hasta luego!

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  2. Siempre te lo he dicho, me encanta la forma en que escribes y esta vez me dejaste una sensación extraña, nosé que es pero es extraño!!! abrazos y espero que estes bien ita!!

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