Es justo aqui


Tarde de jueves. Medellín. Parque De Los Deseos. Por razones de “seguridad” han desalojado la Universidad de Antioquia y mientras el ESMAD esta dentro del campus, los estudiantes llenan las calles, los bares y el parque con sus mochilas, sus peinados raros, su música, sus botellas alicoradas y su buena onda. La brisa cálida rima de maravillas con el cielo azul y con el sol que baja en el occidente al encuentro de las montañas. En las afueras del planetario niños y niñas juegan empapados bajo los chorros de agua que surgen del suelo. Decenas de parejas regadas por el piso, entrelazadas con brazos y piernas, se regalan caricias apasionadas, mientras pequeños grupos de amigos, desparchados, sin clase y esparcidos armónicamente por el parque, hablan, se ríen, discuten, cantan y viven.

Cuando las montañas de la cordillera occidental esconden el ultimo rayo de sol, todo Medellín se enciende, minúsculas lucecitas destellan por los cerros que rodean la ciudad como si fueran pedacitos de oro y en el Parque de los Deseos se yergue una enorme pantalla de cine sobre la pared del planetario. Lo que antes era una plaza abierta bajo el sol, se ha convertido en una inmensa sala de cine, con sillas VIP y entrada gratis para todos. Mi camarote particular cuenta con cerveza Aguila fría, galletas, maní, papas fritas y otro conjunto de pasabocas, una colocación perfecta frente a la pantalla, vista al cielo estrellado, ambientación con una brisa cálida y la mejor de las compañías posibles: viejos y nuevos amigos y amigas llenos de sonrisas, buenos recuerdos y las mejores energías.

En cartelera “Rosso come il cielo” (Rojo como el cielo) del poco conocido director italiano Cristiano Bortone, una película del 2006, basada en la historia de Mirco Mencacci, (uno de los mejores editores de sonido de la industria del cine), que a los 10 años de edad pierde la visión y encuentra en un internado para ciegos en la Toscana italiana en los años 70, no sólo una manera de seguir viviendo, sino principalmente una manera de hacerle ver al mundo, el mundo que él ve sin ver. Perfecta elección para esta tarde y para este momento de mi vida.

Rueda la película, se abren las cervezas, pasan las papas, circulan las sonrisas, las risas, los recuerdos, las carcajadas. Atrás de la pantalla viene y va el Metro como una ráfaga de luces silenciosas. Bortone con su delicadeza particular va irradiando una necesidad loca de sentir y sentir fuertemente y en medio de todo ese espectáculo empiezo a ser consciente que estoy viviendo un momento particular. ¿Sintieron alguna vez que estaban viviendo un momento “es justo aquí...” donde las cosas cambiaron, donde se acabó, donde comenzó... un momento que marcaba un antes y un después? Pues justo aquí, curiosamente en el Parque de los Deseos y gracias a mis grandiosos amigos, estoy viviendo un momento “es justo aquí...”.
 
Es justo aquí donde mi regreso cambió de color, donde (como diría Fito) comencé a volver a mi, donde mis viejos amigos me recordaron las pequeñas felicidades de la vida que me hacen quien soy, donde unas ganas locas de hacer mil cosas juntas empezaron a desbordarme con ansiedad, donde algunos momentos y personas se quedaron atrás y comencé a caminar al encuentro de mil nuevos destinos, entregas y sensaciones. Es justo aquí, donde mi camino hacia Ítaca comienza, o como diría Cavafis, a una de las tantas Ítacas de mi vida. Entonces allá voy, porque es justo aquí donde comienza.


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