Floripa en bicicleta
Dentro de cada ciudad hay
muchísimas ciudades, cada persona la vive, conoce, siente y sueña
de maneras diferentes y ella se va recreando al ritmo de los lugares
que visitamos, de los restaurantes en los que comemos, de los caminos
que andamos, de las rutas y calles que usamos, de los bares donde
bailamos y de las personas con quienes nos encontramos. Pero cada vez
que desviamos el camino, que cambianos la ruta, que entramos a un
restaurante, un bar, un café nuevo, que nos equivocamos de bus y que
conocemos personas diferentes, abrimos la puerta de otras ciudades,
vecinas de la nuestra, ciudades que tal vez otros viven, que otros
conocen, que otros hacen y rehacen. Cuando elegimos en realidad
nos elegimos, así cuando decidimos caminar por un lugar y no por
otro, entrar a un lugar y no a otro y acompañarnos de ciertas
personas y no de otras, estamos decidiendo la ciudad que queremos y
de cierta forma, quienes somos en ella.
¿Cuantas veces ha
encontrado una ciudad diferente dentro de la ciudad que habita hace
años, con el simple hecho de caminar con alguien diferente, de andar
por una ruta nueva o hacia un destino distinto?
Hasta hace poco tiempo
Floripa para mi era una ciudad conocida, con rutas, bares,
restaurantes, trilhas, playas, paisajes y personas familiares. Era
como una canción que ya había escuchado varias veces y que podía
tararear y cantar una y otra vez sin pensarlo mucho. Eso no quiere
decir que me conocía cada rincón, cada esquina, cada barrio y cada
recoveco de la ilha da magia ¡de ninguna manera! Pero la Floripa que
me había hecho y la Laura que había escogido al recorrer ciertos
lugares para vivir, para caminar, comer, bailar y correr, ya era una
“vieja conocida”.
Y justo ahí llego mi
“nueva” bicicleta como una llave mágica que abre las puertas,
hasta ahora cerradas, de un montón de ciudades nuevas que habitan
paralelas a la Floripa que ya me sabía. ¿Andó en bicicleta por una
calle o un camino que recorrió varias veces a pie o en bus y
descubrió millones de cosas que nunca antes había visto? ¿pedaleó
hacia un destino cotidiano y sintió que el recorrido era mucho más
corto y más divertido de lo que pensaba? ¿salió sin una meta fija
sobre su bicicleta dejándose llevar por el ritmo de sus piernas y se
sintió más ligero y más alegre sin razón aparente?
Pues Floripa en bicicleta
es una ciudad completamente diferente que aquella que se recorre a
pie, en bus o en carro y esta llena de gente mucho más encantadora.
El que anda en bike suele ir “en la buena” sin mucho afán, sin
pelear con nadie, sonriendo de vez en cuando y en cierta armonía con
el resto de la ciudad. No hay que aguantar trancones, ni horas
eternas esperando bus en las estaciones de conexión y el paisaje
maravilloso de la isla deja de ser un cuadro efímero del otro lado
del vidrio para convertirse en un escenario del cual se hace parte.
Ir a la playa los fines de
semana dejó de ser para mi un largo (y caro) paseo en bus para
convertirse en un parche delicioso, de algunos minutos pedaleando al
ritmo o contra-ritmo del viento, haciendo un poco de deporte y con un
resto de detallitos y personas nuevas para descubrir.
Lastimosamente Floripa no
es una ciudad pensada para las bicicletas, ojalá todos los
gobernantes pensaran como los de Copenhague y le apostaran a las
bicicletas como opción de movilidad y de calidad de vida para las
ciudades. Bogotá en ese sentido, tiene varias cosas que enseñarle a
la isla, pues no hay parqueaderos decentes para las bicis en las
estaciones del bus, ni domingos de ciclovías, pero de todas formas
hay algunas ciclorutas bacanas, con la ventaja que suelen estar a la
orilla del mar y cierto respeto por el ciclista en las calles. Además
hay gente “tomándose” los espacios de los carros de la mejor
manera: con risas, cantos, disfraces, música, locura y buenísima
energía.
Ayer participe de una de esas jornadas, pedaleé desde el final de la tarde
por las calles de la isla junto a la Chilindrina, Doña Florinda, el
profesor Jirafales, el Chapulín Colorado, Jesús, algunos payasos,
Mario Bross, una princesa, un científico loco, algunas brujas, la
familia de Mickey Mouse y otros personajes, parando un poco el
tráfico, jugando con la gente en las calles, cantando cosas como
“mais bicicletas, não mais carros” “não quero andar en
quatro, prefiro en duas rodas” “de bike não tem lei seca” “detras
de cada vidro um ciclista reprimido” y otras tantas por el estilo,
y conocí un parchesote de bicicletas con sus pedalistas llenos de
buenos planes pedaleados y con nuevas Floripas rodantes, hasta ahora
desconocidas para mi.
Como ya decía elegir es
elegirse, y yo prefiero Floripa en bicicleta, que sin duda es más
bonita, más saludable, más rápida, más barata, más alegre y más
bacana que las que ya conocía. Y con ella hay personajes en
bicicleta, con los que siempre me encanta encontrarme, pues “mexem”
con una Laura que pedalea en la buena.
Amigos, aquí me despido, pero los dejo con este videito hecho por uno de esos buenos ciclistas de Floripa, para que pedaleen un poco por la isla, desde Campeche hasta la UFSC con buena música y buena compañía. ¡Abrazos a todos!
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