Brasil está en todo y por todas partes

¿Que hace de un territorio, unas personas y un conjunto de cosas un País? ¿Qué hace de Floripa una partecita de Brasil? ¿Es sólo la casualidad de haber quedado dentro del territorio denominado Brasil en 1822 cuando oficialmente se independizó de Portugal? Cada vez estoy más convencida que Brasil es una esencia que está en todo, y que en Floripa (esta pequeña grande isla del sur del continente) es tan evidente como lo podría ser en cualquier otra ciudad o pueblo o esquina brasilera. Y es que sin duda eso ocurre en todos los países. ¿Será que el espíritu colombiano no está en un buen ajiaco, en un canelazo caliente, en un guaro o en una buena dosis de cumbias, bullerengue y gaitas? ¿O quien puede negar que la sangre cubana no fluye con fuerza entre el Ron Habana de sus mojitos y se estremece al ritmo de un buen son al estilo de Buena Vista Social Club?

Hace unos días estuve en un pequeño bar de Samba en la Lagoa llamado Varandas. El lugar es una casa amarilla de un solo piso con grandes ventanas blancas, una casa de playa en medio de un pequeño espacio lleno de pasto y árboles grandes en una calle llamada Rua das Rendeiras que queda a la orilla del mar. Una casa simple con aire familiar. Adentro tres o cuatro mesas pequeñas arrimadas a las paredes, dejando el espacio libre para el baile. En una de las esquinas 9 músicos sentados tocando Samba de Raiz, la más tradicional de todas, de esa que se hace en las esquinas de cualquier rincón brasilero desde hace algunos cientos de años, con pocos ingredientes básicos: una guitarra acústica y otra de siete cuerdas, un cavaquinho (instrumento de cuerdas parecido a una guitarra pero más pequeña, de origen portugués) panderos, un tambor llamado surdo, un ganzá (instrumento de percusión hecho de un tubo de metal lleno de semillas y arena), un xique-xique (pequeño instrumento de percusión parecido a una maraca) un músico absurdamente virtuoso para cada instrumento, canciones tradicionales con miles de historias de Brasil una pisca de humor, cofradía, parecía y feeling entre los músicos…aaaa claro y sangre Brasilera corriendo por las venas!!!

Mi primera impresión: en esta samba la esencia brasilera surge a borbotones. 

En las primeras horas de la noche la rumba es más tranquila, suenan algunas sambas menos movidas para escuchar y mecerse un poco. Luego la energía se va intensificando, parejas y parejas se apropian de la pista de baile con un espíritu fraterno y travieso, sambando con sonrisas entre los dientes y pasos acelerados, danzan con sencillez, espontaneidad y libertad. Nadie juzga, nadie mira, nadie opina, sólo se vive, se baila, se samba como si sambar lo fuera todo. La vida pasando en una samba. Brasil todo en una noche de Samba.

Mi segunda impresión: acabo de llegar y ya sé que no voy a querer irme de este país encantador.

De repente como si nada surgen una flauta traversa y un bandolin (instrumento de cuerda en forma de pera con 4 cuerdas dobles de origen italiano) y la Samba se convierte en un Choro, ritmo hermano, más suave, con un aire un poco europeo, un poco céltico que evidencia el origen diverso y multicultural de Brasil. El aroma de la Cachaça dulce inunda los rincones de la casa y me roba otra de tantas sonrisas de la noche. Los bailarines respiran dejándose abanicar por el viento del sur que trae el sheiro del mar desde la calle. Los músicos no paran. Intempestivamente se va la luz en toda la calle. En una fiesta común en estos tiempos modernos llenos de micrófonos e instrumentos eléctricos, la fiesta habría llegado a su fin de manera trágica. Pero esta samba viene de lejos, de cuando las fiestas se hacían bajos los arboles con luz de luna y pies descalzos, así que solo se necesitan un par de velas para no extraviarse de camino al baño o a la barra de licores, y la fiesta sigue y sigue.

Sin duda alguna Brasil está por todas partes. Gracias Floripa por tus noches de Samba!!! Mil y Mil gracias.