Cuatro meses...grandes adquisiciones

Mi gente linda, hoy hace cuatro meses llegué a Floripa con un par de maletas, un montón de expectativas y un poco de desconcierto. Como ya escribí hace unos días, cuatro meses parece corto y tal vez lo sea, pero de verdad que han sido mucho más que otros cuatro meses en mi vida, ha sido un tiempo realmente tranquilo, bueno, alegre, inesperado y asombroso. 

Ya van varios años que ando de un lado para otro sin tener una casa fija o un hogar propio, y estos cuatro meses aquí no han sido la excepción. Me gusta mi actitud medio errante, medio de paso, medio de momento, en parte porque no me amarro a nada, en parte porque encajo en cualquier lado.

Llegué con una maleta grandota y otra pequeña cargadas con un casco y unas zapatillas para una bicicleta que aun no he comprado (pero que debo conseguir con urgencia); con ropa variada que sirve para toda situación y que me acompaña hace tiempo (fácil de lavar, fácil de cargar y muy cómoda); con un par de sabanas y una cobija; con una hamaca, venida desde Turbo, que ya regalé; con dos pareos que hicieron las veces de cortinas en mi cuarto en el Urabá y que están esperando una buena ventana o la llegada del verano para tomar el sol; con un par de libros que ya leí; con un toldillo inútil, que no debí haber traído; con mi computador que aparte de mantenerme conectada al mundo, es mi gran colección de música.; con algunos zapatos y algunas otras pequeñas cosas. 

He accedido a algunas módicas cosas también: un pocillo, una olla para calentar agua, una tabla para cortar verduras, una sombrilla (muy útil en esta isla de clima cambiante y lluvias inesperadas), un par de libros en portugués, algunos cuantos DVDs con música Brasilera que los amigos me han intercambiado y un montonón de fotocopias de las cuales debo librarme lo más pronto posible.

 En resumen eso es todo lo que tengo, esas son mis grandes posesiones materiales. En realidad no es casi nada, lo cual me parece perfecto. Por un lado porque a la larga no son cosas las que quiero recoger aquí, ni en ninguna otra parte. Y por otro porque lo realmente importante son esos inconmensurables momentos, aprehendizajes, encuentros, conversaciones, sonrisas y mil y mil no-cosas las que realmente ando atesorando y que no cabrían en ninguna maleta ni en ninguna casa por mas enorme que sea. 

Así queridos amigos, solo para intentar hacerles (o hacerme) un recuento, enumeraré algunas de las verdaderas posesiones que durante estos cuatro meses he venido adquiriendo y que son entre otras tantas: el descubrimiento y la conquista de algunos increíblemente bellos espacios de esta isla y puedo hacer una lista larga de playas en las que he caminado, nadado, comido, bebido, pensado y reído como: Joaquina, Barra da Lagoa, Praia Brava, Praia Mole, Jureré Internacional, Pantanal do Sul, Matadeiro, Campeche, Caieira da Barra do Sul, Riberão da Ilha, Ponta das Canas, Morro das Pedras, ...  De buenos lugares para correr como la Baia Sul o Beira mar. De barrios interesantes para vivir como Córrego Grande, Carvoeira o Trindade; El degusto de miles de sabores, olores y colores de comidas tradicionales como tainha recheia, sequência de camarão, Moqueca de diferentes peixes, de Camarão na moranga entre otros miles, o de pequeñas delicias como  torta alemana, paçoca, candica, o de frutas maravillosas como caquí, maracuja doce y acerola; El reencuentro con la academia, el placer de acceder a un acervo de autores nuevos, y de vivir otra vez la vida de estudiante con sus tiempos, sus angustias y sus placeres; El reenamoramiento con la sociología como disciplina y como proyecto de vida y mi acercamiento (con algo de recelo) a la política; Mi apasionamiento total y desinteresado por Brasil y su esencia que está en todo y en todos. Mil y mil palabras nuevas, con un sentido nuevo de una lengua nueva, hermosa, sonora, arrullante que me han hecho descubrir una Laura nueva más grande y más simple a la vez. 

Pero por encima de todo mis verdaderas adquisiciones que son a la vez las más libres, ya que no me pertenecen, sino que van rondando con el espíritu del panta rey o de la dadiva, y que sin lugar a dudas son las más valiosas, han sido las amistades, las conversas, las sonrisas y las buenas energías con personas bellas, grandes, simples, mágicas y encantadoras con las que he coincidido en este tiempo y este territorio. Al final son las personas las que hacen que todo tenga sentido, que las palabras transmitan o signifiquen algo; que los cambios de entonación recuerden lugares diversos de Brasil o del mundo; que las comidas sean bien degustadas, calmen el hambre y llenen el corazón; que los vinos, las caipirinhas y las cervezas embriaguen de risa y den resaca de euforia y excentricidad; que estudiar sea un intercambio de saberes entre cabezas, sentimientos y objetivos de personas divergentes; que vivir sea un placer. Al final de cuentas nada tiene sentido si no es compartido. 

Cuatro meses de encuentros, de buenos y maravillosos encuentros con personas bellas, cargadas de sentimientos, de enseñanzas y de luz.

Un brindis a todas ellas y todos ellos que han hecho de mi estadía aquí, un placer infinito.