Sobre apuestas y hojas al viento

Celebrar, conmemorar, hacer que en un día entren otros varios, que en un minúsculo momento quepan otros miles y que millones de recuerdos se rememoren para que valgan la pena. Hoy celebro haber llegado a Floripa, conmemoro que hace justamente dos años en medio de un soleado día de marzo, esta isla maravillosa me recibió con los brazos abiertos y el cielo azul. Me detengo un momento para recordar, para festejar y para agradecer por este tiempo, por todos estos aprehendizajes y por todo lo que la vida me ha regalado durante estos largos, cortos, intensos, bacanos, soleados, lluviosos, estudiosos, novedosos, alegres, esperanzadores y asombrosos dos años.

Y si el éxito se trata trazarse metas, de cumplir expectativas y tal vez superarlas, pues sin sombra de duda estos años han sido todo menos exitosos. Mis expectativas, mis planes, mis sueños, mis búsquedas, pensadas, anheladas, organizadas o intuidas antes de lanzarme a esta aventura, se esfumaron poco a poco, día a día, año tras año. Y tal vez esa ha sido la mayor ganancia y una de las mejores razones para levantar la copa y brindar.

Pues Floripa, Brasil, mi maestría, los amigos, los conocidos y desconocidos, y este tiempo y estos encuentros me fueron desarmando, quitando uno a uno los ases bajo la manga y dejándome desnuda, ligera, sin equipaje, sin lastre, como una hoja, que se eleva, se mueve, viaja y se dirige a donde la lleve el viento. Pues por primera vez desde que tengo conciencia de mi, siento que no tengo nada pensado, planeado, organizado, cuadrado. Por primera vez siento que si me caigo no seré como el gato que caé parado, y no me lanzo al vacío sólo cuando sé que tengo el paracaídas bien puesto. Y nada de eso fue voluntario o esperado, ni siquiera fui consciente de cuándo, cómo o por qué ocurrió, sólo sé que ahora que paro, respiro, me veo y pienso, sé y siento que así es, y recojo los hombros y con una sonrisa furtiva, que se me escapa entre el desconcierto y la picardía, digo... Pois é, fazer o que né?

En la academia, la maestría, la sociología, la situación no es muy diferente. Vine planeando estudiar más para saber más, para tener más cosas claras, para responder preguntas abiertas y diversas. ¡Ja! Parece un chiste, dos años de reencuentro con la academia, con el estudio y con la sociología me mostraron todo lo contrario. En cada clase, cada lectura, cada libro, cada discusión, cada nuevo autor, cada trabajo, cada articulo, hice un inventario detallado de lo que no sé y lo que no voy a saber. ¡Ahora no sé más, ahora se casi en detalle qué no se y cuánto me falta por saber! y lo peor, soy bien consciente de lo que jamás llegaré a saber. Y si de “aterrizajes” se trata, caí de barriga bien al inicio de mi estudio, pues noté que si quiero investigar no puedo mirarlo todo, quererlo todo, saberlo todo, sino totalmente al contrario, se trata de abrir bien los ojos para ver apenas un punto específico, no se trata de mirar para todas partes sino de encontrar un punto y saber mirarlo. Y como si fuera poco, de cada respuesta que encontré surgieron cientos de nuevas preguntas. ¡Salud por eso! 

Festejo entonces porque en estos dos años deje de saber quien soy y qué quiero y porque ahora me reinvento cada vez que puedo y me muevo al ritmo del viento. Y como diría un gran payaso amigo, vivir es como improvisar, e improvisar es como caminar hacia atrás, de espaldas, no hay manera de saber hacia donde se va, de conocer el camino, de saber que hay, de ver los huecos, sólo queda guiarse por lo que se puede ver, por lo que ya se pasó, y usar la intuición para intentar seguir sin caerse... y si uno se cae, pues bueno, respirar, darse cuenta que aún se sigue vivo, sacudirse la tierra, inventareate las raspaduras, las quebraduras, los machucones, respira profundo, reírse un poco de uno mismo, levantarse y seguir en la juega, aprendiendo cada vez más a predecir ese tipo de huecos, de saber como evitarlos, y si toca, de saber caer, con estilo o sin él, pero de caer y levantarse.

Después de estos dos años sin grandes planes, sin saber bien para donde voy y sin preocuparme por eso, sin duda me la juego, apuesto, me lanzo por la ventana y ni lo pienso, pues aunque ya no sé quién soy ni qué quiero, sé lo que fui y a quienes quiero y por eso apuesto. Lo apuesto todo y asumo los riesgos, pues a estas alturas del partido, en que estos años y este tiempo me libraron de casi todo, me vaciaron y me botaron en el viento, sé como dirían las 1280 Almas que “la vida no vale nada si no te la haz jugado” y yo ahora me la juego, la apuesto.

No me mal interpreten no pienso como León de Greif, no “juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida...”, todo lo contrario, la juego, la apuesto en cada movimiento, a cada partida, en cada esquina, lo pongo todo, lo entrego todo, pues aunque ya casi nada tengo, me quedan las ganas, la sonrisa, el deseo y el corazón abierto y atento, y eso justamente, eso es lo que apuesto. Pongo toda la confianza y mis ganas y mi Yo entero, a lo que venga, a lo que me traiga y a donde me lleve el viento, pues aunque se que hay riesgos, estos dos años, me enseñaron que no hay nada más arriesgado que vivir cada día y que “uno no es lo que tiene si no lo que da” y brindo con sonrisas y celebro, porque después de estos 24 exactos meses en la ilha da magia y en esta aventura llamada maestría, aquí estoy sonriente y expectante entregándome en cada nueva apuesta y dejándome llevar por el viento.

Brindo porque mis planes no “dieron cierto”, porque ya no tengo un rumbo certero y por todas y todos los que en estos tiempos me demostraron que vale la pena probar, experimentar y jugar a lo incierto, caminando como improvisando hacia atrás, sabiendo quien fui y a quienes quiero. ¡¡¡Salud por todo eso!!!

Comentários

Postagens mais visitadas deste blog

La Butaca Mágica

พบกันที่เมืองไทย - Encontrarse en Tailandia

Privilegios